No sería neutral si me atreviera a clasificar la isla de Mallorca como la más bella del Mediterráneo, y no lo sería, por la sencilla razón de que soy de aquí, de ella, de esa tierra hermosa y tan llena de contrastes pese a lo reducido de su tamaño. Pero tampoco es pequeña: está en su justa forma y medida, con sus distancias ideales entre un extremo y otro, entre lo largo y lo ancho, entre el norte y el sur; y prueba de ello es esa fama internacional que la precede desde los primeros tiempos en que la gente se decidió a hacer viajes y turismo. Mallorca, hoy estás aquí, no como recuerdo, sino como presente, luminoso y colorista...
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